jueves, 5 de septiembre de 2013

Reflexoterapia podal

"Quien no conoce su historia, está condenado a repetir los mismos errores"
Paul Preston

Así como de otras terapias (véase: homeopatía) sí tenía algún conocimiento, aunque escaso y no demasiado acertado, de la presente estafa terapia apenas sabía nada hasta que empecé a tratarme.

Mi padre, aquejado de unos problemas crónicos de tipo bronquial, fue el primero en probar la reflexoterapia. Me sorprendió bastante que el tratamiento "alternativo" (por suerte, nunca ha dejado sus medicinas, consistentes en broncodilatadores y corticoides inhalados) fuese ¡un masaje en los pies!
Mi madre afirmaba con rotundidad que el tratamiento era eficaz, con una mejoría clara desde que había iniciado la terapia (fueron varias sesiones, muchas, demasiadas), aunque mi padre no lo tenía tan claro, pues dudaba en eso de la mejoría. ¿Quién mejor que él para saber si estaba mejor o no? Aunque correlación y causalidad es otro asunto... Es decir, aunque estuviera mejor, ¿era a causa de los masajitos dolorosos en los pies?

El reflexoterapeuta es un tipo hablador, simpático, agradable. Además, es de León, la tierra de origen de mis padres, y todo junto ayudó bastante en mantener y ampliar la clientela.

La siguiente estafada tratada fue mi mujer. Arrastraba unas dolencias en la espalda, que fueron tratadas por la misma persona y con la misma terapia: masajitos en los pies, que primero son agradables hasta que el dolor se hace intenso y dejan de serlos.

Así, yo también decidí someterme a esta "técnica". Por mi trabajo, paso muchas horas sentado. Esto y otros factores acabaron hace algún tiempo en una lumbalgia aguda, que me hizo pasar un fin de semana prácticamente arrastrándome de la cama al sofá y viceversa. No hice el paso previo por la medicina oficial, seducido por la información que me había proporcionado mi entorno. Y así, fui directamente al charlatán de turno reflexoterapeuta. La sala era pequeña y fría, aunque limpia.


Había varios carteles con las típicas figuras de origen chino con los meridianos energéticos, puntos de acupuntura y toda esa serie de cosas afines que no tienen ninguna relación con la fisiología o anatomía humana, pero que siguen usándose a pesar de las evidencias en su contra. Al verlos, mi curiosidad empezó a ponerse en marcha e intenté descifrar la relación entre meridianos energéticos (inexistentes) y el sistema nervioso, sanguíneo, linfático, aparato músculo-esquelético o cualquier otro, pero sin hallar correspondencia. Decidí que, una vez llegara a casa, me pondría a investigar.
"Meridianos energéticos",
¿algún parecido con la realidad?

El masaje comienza con un pequeño interrogatorio, donde el masajista pregunta cuál es la dolencia y algunos datos personales. Así, ya tiene un tramo hecho. Después, comienza una exploración de las "zonas reflejas" del pie, es decir, la correspondencia entre las zonas donde se nota dolor al presionar y los órganos: corazón, hígado, riñones, pulmones, estómago, etc. Como he indicado, mi dolencia era una simple lumbalgia, y cuando me dijo que también tenía un problema en el estómago, tuve una sorpresa que acabó por despertar mi interés.
Supuestas "zonas reflejas",
nada de evidencia empírica
Tras el masaje en los pies, también me hizo un masaje en la zona lumbar, que agradecí más que el anterior. La sesión acabó con una serie de consejos, que ahora me hacen reír: "A causa del masaje, se te puede presentar fiebre o problemas para dormir. En ese caso, toma algún analgésico".

Al cabo de unos días volví, ya que el tratamiento constaba de varias sesiones. Esta vez fue más hablador que la anterior. Se dejaba ir, y empecé a "verle el plumero". Me dijo que los masajes en la oreja (léase: auriculoterapia) o en las manos también son igual de efectivos. Tenía razón, es decir, son igual de efectivos porque NO son efectivos ninguno de ellos, aunque él no lo decía en este sentido. Volví a cometer el error de confiar ciegamente en el "profesional" y no buscar información tampoco antes de esta segunda sesión.

En la tercera sesión, ya algo estaba chirriando de forma alarmante, y no eran mis huesos. Me refiero a que, con la confianza, empezó a "soltar rollo" místico-cuántico. Empezó a comentar los libros que tenía en la estantería, que yo pensaba que eran de medicina, fisioterapia o algo así.

Pero no.

Me recomendó un libro que hablaba sobre las 3 cadenas de ADN que el ser humano tenía originalmente entrelazadas, y que 2 se perdieron por el camino, y bastantes chorradas por el estilo.
Después de aguantar estoicamente estas sandeces, ya decidí seriamente informarme de qué es la terapia en cuestión, su eficacia, estudios, etc. Fue cuando me sentí estafado y decidí no volver y no aconsejar su uso, a no ser que queramos perder el tiempo y el dinero, que gustos y opiniones hay de todo tipo.

Aconsejo a los lectores que visiten el siguiente enlace sobre esta temática. Y también este otro.